NUESTRA
HISTORIA JAMÁS CONTADA.
Avanzaban las huestes vadinienses hacia el
norte, procedentes de Bachende, que significa “senda de baches”, pues la vía
abierta en el desfiladero presentaba un firme en mal estado debido al
multitudinario tránsito de carros y personas. Al mando de las tropas se exhibe
el rey Vadinio (apodado Vadi, en sus círculos más cercanos) y no olvidemos que
este monarca dio nombre a su grupo étnico coetáneo. El ejército estaba formado
por dos cuerpos, comandados por una aguerrida amazona (ascendida por su
demostrada valía en el combate) y por un caballero de rancio abolengo, poco
ducho en las operaciones bélicas. En realidad, advertimos que el respetado
dirigente había implantado ya políticas de igualdad en las altas jerarquías.
Cuando la milicia alcanza la confluencia de
dos caudalosos ríos, y con la intención de explorar los dos valles que se
divisan, el soberano decide dirigir a sus legiones por rutas diferentes y
otorgar la tierra conquistada a cada uno de sus generales; llegados a este
punto, procedieron a repartir la suerte; ella escogió primero (era norma de
caballeros) y, desenvainado la espada, dijo (en llionés antiguo): “yu uso
ésta”, señalando hacia el espacio avistado a su derecha. El oficial superior,
mostrando su conformidad, asintió: “ye la mía”, indicando los terrenos que se
divisaban en su frontal izquierdo.
Mientras ésto ocurría, el cronista oficial no cesaba de anotar
los hechos que sucedían y entre sus obligaciones también constaba la de
bautizar provisionalmente los nuevos lugares. Y así reflejó en sus escritos que
la denominación de los ríos Yuso y Esla se debe a las expresiones emitidas por
los adalides en el momento de la elección, fusionando las dos primeras palabras
en una: ”yu uso ésta” fue abreviado a Yuso y “ye la mía” se concretó en “Yela”.
Por extensión, los valles regados por sendos ríos adquirieron el topónimo
correspondiente: valle del Yela (renombrado Esla cuando se españolizó) y valle
del Yuso, también llamado “tierra de la reina”; ésto se debe a que la
conquistadora de ésta zona era la amante del rey y por ello los soldados la
apodaban “la reina”.
El señor del Esla se interna en sus
dominios ascendiendo por una prolongada barga hasta llegar a un altozano,
dispuesto a modo de balcón; de repente, el dirigente eleva el brazo derecho
formando un ángulo a la altura del codo, de inmediato todo se detiene y se hace
un escrupuloso silencio: los cascos de las caballerías inmovilizados contra el
suelo, las armaduras cesan de chirriar y no se percibe ni un murmullo. En esa
profunda quietud todas las personas y animales permanecen extasiados,
contemplando y disfrutando del amplio territorio que se extendía a su vista.
Al cabo de unos minutos,
el líder solicita la presencia del escribiente, al que dicta dos mandamientos
con rango de ley:
1- “esi pueblín llámese PORTA PARADISUS per
sempre”, en evidente alusión a lo que representa (la entrada a un mundo
maravilloso). Siglos más tarde, en una razia del pueblo astur (procedente del
norte), les fue arrebatado el segundo vocablo (paraíso) con la finalidad de
elaborar un eslogan turístico. Por tanto, el nombre se redujo a Porta y fue
transformado en LA PUERTA cuando el idioma español se impuso a las lenguas
antiguas.
2- “in cerru situ in destra levantese gran
pousada”. La finalidad era que todos los caminantes y viajeros pudieran
contemplar la belleza del paisaje en sentido norte, sur y oeste, admirando el
espectacular valle y las majestuosas montañas. A mediados del XX, otro caudillo
ordenó convertir el vetusto alojamiento en un establecimiento hotelero más
moderno, un parador.
En esta tesitura, un lugarteniente (de
origen celta) emitió al aire: “bile deo” (buen dios) que era una expresión de
asombro ante lo que veían sus ojos; equivaldría a la exclamación “¡dios mío!”.
Esta frase iluminó al secretario para distinguir la zona más próxima como
Bildeo, el cual comparte su raíz con Bilbao (“buen vado”).
Jesús (el mediano de Toño y Enedina).
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