viernes, 8 de julio de 2016

LA CASILLA DE CAMINEROS DE LA PUERTA




LA CASILLA DE CAMINEROS DE LA PUERTA


      Antes de entrar en materia se hace preciso hacer una breve referencia a la historia de las Obras Públicas en España. En 1759 bajo el reinado de Fernando VI se pone en marcha las obras Públicas, se organizan al personal para los diferentes cometidos: Ingenieros, Celadores, Capataces y Peones Camineros, a estos últimos se les asigna un sueldo de cinco reales diarios además de proporcionarles casa.

Pero en realidad hasta 1761 no arranca la primera legislación sobre Obras Públicas, en ella quedan marcadas la pautas a seguir en materia de construcción y, mantenimiento, por cierto un fracaso este primer intento, la falta de una estructura clara en la organización y control de las obras llevó a estas a límites ridículos, los caminos los llevaba un Ministerio mientras que los puentes los llevaba el Consejo de Castilla, se dieron casos de edificar puentes por los que nunca pasó camino alguno y al revés, caminos que se quedaron sin puentes por donde se debía cruzar el curso del río.

      En 1794, a imitación francesa, se instruye una Ordenanza por la que se ponían en marcha los mecanismos para arreglar tal desaguisado, en ella se señalaba la necesidad de que cada carretera estuviera asignada a un facultativo, este contaría a sus ordenes con cierto número de Celadores, uno cada 10 leguas, que junto con los Peones Camineros, uno por legua construida, serían los encargados de conservar en buen estado las carreteras.

      La falta de recursos por un lado, dificultades para suministrarles materiales, de organización por otro, las labores de vigilancia eran escasas y dificultosas, hizo que el 27 de julio de 1803 se dictara orden de supresión tanto de Celadores como de Peones Camineros según fueran quedando sus puestos vacantes. Lo cierto es que a pesar de todo el 24 de mayo de 1824 se publica una instrucción en la que se dictan las principales reglas a seguir por los Peones Camineros en el desempeño de su labor dentro del mantenimiento de las carreteras, además entre 1840 y 1842 se amplió a dos los camineros por legua.

      En cuanto a Las Casillas, tema central de este artículo, una Real Orden de 26 de febrero de 1852 pone en funcionamiento la construcción de Las Casillas de los Peones Camineros, hasta enero de 1856 se habían construido un total de 72 Casillas de Peones Camineros por un importe total de 1.572,687 reales. Se edificaron en todas las carreteras generales y se hizo extensivo más tarde a las denominadas transversales. La Real Orden del Ministro de Fomento dicta que cada una deberá tener dos viviendas, su distribución y ubicación. En su punto segundo ordena se adopte la regla de colocar la correspondiente a cada legua hacia el centro de ella; pero si coincidiese dicho paraje con algún pueblo, se podrá excusar la casilla correspondiente. En el tercer capítulo señala que también deberá tenerse en cuenta, para la oportuna situación de las casillas, la proximidad de agua cuando se pueda conciliar esta circunstancia con las demás que se han mencionado, y, caso contrario, se propondrá la apertura de un pozo.

      En nuestra Comarca contabilizamos un total de 19 Casillas de Camineros, a tenor de su construcción podemos establecer dos tipos distintos de edificación, las primeras levantadas, las situadas en las carreteras generales presentan en su mayoría edificaciones de una sola planta con dos viviendas y corral trasero; mientras que las construidas en una segunda fase en las carreteras transversales predominan las casas de dos plantas, en la que la parte inferior hace las veces de establo.



Vista trasera de La casilla de La Puerta desde Los Cotorros.

      La Casilla de Camineros de La Puerta, situada en el kilómetro 2 de esta carretera, es una de las mejor documentadas. Su construcción data de 1893, estaba edificada en el término de Puntaniella, junto al arroyo de San José. El complejo contaba con casa, corral y huerta. La casa era de una sola planta con dos viviendas, desde un pequeño portal se pasaba a las cocinas, a derecha e izquierda, y desde estas a las dos habitaciones de las que disponía cada vivienda.

El corral, completamente cerrado, estaba situado tras la vivienda y disponía de dos accesos, uno desde el portal de la vivienda y otro a través de un portón de grandes dimensiones situado en la parte trasera del complejo, en su interior contaba con una pequeña cuadra para el ganado a un lado y portalada para guardar los aperos al otro. Adosada a uno de los costados de la Casilla estaba la huerta, esta era de grandes dimensiones y contaba además con árboles frutales, un membrillo, un peral, un manzano y dos ciruelos, en otro rincón se había excavado un pozo para el servicio de la casa, toda ella disponía de un cierre.

       El primer Caminero documentado en La Puerta es anterior a la construcción de La Casilla, sin duda fue un operario que participó en la construcción de la carretera que hoy conocemos como N-621; se trata de Lorenzo Huerta Espeso, natural de Arenillas de Valdelafuente, casado con Valentina Alonso Boletos,  natural de Pozuelo del Rey en Palencia. En La Puerta nació su hija María Rosario en 1886 que, más tarde, se casaría con otro Caminero que sí habitó en La Casilla como más adelante veremos.

  El inicial inquilino de esta Casilla de Peones Camineros fue Román González Antolín, soltero, y del que más adelante volveremos a hablar, ya que más tarde se casaría con una vecina de La Puerta y serían padres de otro Caminero que también ocupo La Casilla.


El Caminero Román González Antolín y su mujer Valentina Merino Martínez, nacida en La Puerta


También en torno a 1893 está documentado Pedro Calle, nacido en Bustillo del Páramo, aunque su madre descendía de Polvoredo, los datos apuntan a que este ya estaba de Caminero en La Puerta desde al menos 1891, ya que en esa fecha bautiza en el pueblo a su primera hija, dos años más tarde bautizaría a la segunda. Lo que desconocemos es si Pedro Calle y Román González compartieron habitáculo o si La Casilla tan sólo tuvo un orante a pesar de contar con dos viviendas.

Entre 1905 y al menos 1910, posiblemente hasta 1916, habitan La Casilla Bonifacio Valderrey Quiñones, Capataz de Camineros, natural de La Bañeza y Rafaela García de Puente Castro, su esposa; aquí nacen cuatro de sus hijos: Maximino (1905), Toribio (1907), Mauricio (1908) y Braulio (1910).

En 1916 la habita Felipe Andrés, Peón Caminero, natural de Pedrosa del Rey, casado con Fidela Sierra de Riaño, en esta Casilla nace su hija Ángeles Dorotea Andrés Sierra.

En 1919, y hasta 1923, residían el ella Leandro Huydobro Rodríguez,  natural de Melgar y su esposa María Rosario Huerta Alonso, que como hemos anotado anteriormente era hija del primer Peón Caminero de La Puerta, aquí nacieron sus hijos: Vicenta en 1919, Hemeterio en 1920 y Aureliano en 1922.

Entre 1921 y 1923 está documentado Felipe de Prado Manzanedo, Capataz de Camineros, casado con Verónica Rodríguez, ambos naturales de Soto de Valderrueda. Dos de sus hijos Atanasio (1921) y Engracia (1923) nacen en La Puerta. Todo parece indicar que Felipe y Leandro Huydobro compartieron la vivienda, aunque el testigo al siguiente inquilino se la dio Leandro.


  En el periodo comprendido entre 1923-1931 aparece habitando La Casilla Pablo González Merino, casado con Modesta García Salam ambos de Mazuecos de Valdeginate en la provincia de Palencia. Llegaban trasladados desde Lérida. Para Pablo no fue un destino desconocido, de hecho su padre Román González Antolín, mencionado anteriormente, ya residió en esta Casilla, en donde se casó con Valentina Merino Martínez, nacida en La Puerta y posiblemente hija de otro Caminero que vivió en La Puerta.

Pablo tenía dos hijas: Maximina y Aurea, esta última más tarde se casaría con otro Peón Caminero, Francisco Álvarez Díez, Quico el Caminero. Pablo González tocaba la guitarra y durante su estancia en La Puerta la hila que tenía lugar en La Casilla fue de asistencia numerosa y animada.



Pablo González Merino con su hija Maximina.

Desde mayo de 1931 hasta 1962, fecha de su jubilación, estuvo habitada por Francisco Álvarez Díez, Peón Caminero,  natural de La Puerta, casado con Áurea González nacida en Mazuecos de Valdeginate e hija del anterior inquilino y Capataz Pablo González, aquí nacieron algunas de sus hijas Milagros (1933), Gela (1937)  y Modesta (1942), el tío Quico, como se le conocía, venía trasladado desde la Casilla de Las Salas en donde estuvo desde 1925 hasta mayo del 31, allí nacieron sus hijos; Teresa, Pedro, Sagrario y Laudelina.

Durante todo el tiempo que la habitó Quico "El Caminero", La Casilla careció de los servicios mínimos, ni agua, ni luz, y por supuesto sin más servicio que la cuadra. No fue hasta la llegada del siguiente inquilino cuando se llevó la luz hasta ella. La cocina "economica", la Eibarresa, por aquello de donde procedían la mayoría, no llegó hasta la década de los 50.


La Casilla fue área de descanso y de refugio de gentes que transitaban desde otros pueblos carretera arriba y abajo, fue igualmente asistencia en carretera, ya que de su cuadra salieron vacas que fueron uncidas ante la indisposición de alguna unidad de la pareja de gentes de otras localidades. Fue el faro para aquellos que en los tiempos trágicos de la Guerra Civil salían del norte huyendo y seguían la línea de la eléctrica de Pio y se perdían, ni les faltó un trozo de pan ni agua. Fue asimismo abrigo de quienes les buscaban, la Guardia Civil, tenía preferencia de resguardo ante las inclemencias del tiempo...y de la desgana. Fue también escondite, al menos por un día, de algún vecino de Riaño al que se le buscaba...y no con buenas intenciones. En fin Las Casillas cumplían con otros cometidos además de servir de viviendas a los Peones Camineros.



 A la puerta de La Casilla: en el centro de pie, Áurea González, su madre Modesta García y Pedro Álvarez. De rodillas a la dcha Francisco Álvarez, el caminero; y las niñas Milagros y Ángela Álvarez.

 Cruz Benedicto González de Portilla de la Reina Capataz de Camineros, casado con Soledad Compadre también de Portilla, fueron los últimos habitantes de esta Casilla entre los años 1964 y 1975 trasladándose después a la de Riaño. A mediados de los 80 y ante el peligro de derrumbe se optó por demolerla y sus materiales aprovechables fueron vendidos.  


Miguel Ángel Valladares Álvarez