sábado, 15 de octubre de 2016

NUESTROS VECINOS QUE EMIGRARON



NUESTROS VECINOS QUE EMIGRARON. 

(Nota: en anteriores capítulos he referido a “nuestros vecinos” residentes pero quisiera recordar también a aquellos que nos visitaban cada verano y formaban parte de nuestras vidas, como si fueran de otro barrio “un poco más alejado”).

Seguimos nuestro camino, por el vial de acceso al parador (no es excesiva la pendiente, si la distancia), hasta llegar a la parte trasera, a unas puertas grandes donde aparece Laude (la del tío Quico), que le indica a mi padre el lugar donde debe depositar el bidón y, de la mano, me lleva a las cocinas para darme un puñao de caramelos (tofe con piñones “El Caserío”) que están riquísimos (no los venden en las tiendas) y también comparto con mi padre (el resto los guardo para mi madre y hermanos).


 El regreso es más agradable (menor esfuerzo, cuesta abajo, comiendo chupitainas) pero es algo tarde y atajamos por el puente de La Rebisquera, dejando a la derecha el “prao de los panaderos” o “prao cerrao”. Al llegar al cruce de El Regachín, tenemos que detenernos para no entorpecer el paso del rebaño de cabras que conduce Manolo, “el asturiano”, en dirección a las eras y hasta “las peñas”, donde pastarán todo el día.


Posteriormente, solicito a mi progenitor que me explique por qué no he visto a personas jóvenes esta mañana, siendo éstos son los motivos:
·         Unos están estudiando (sus padres les quieren “dar estudios” para que su vida sea mejor que la suya): Begoña, Conchita, Isabel, Paquita, Mari Fe, etc.
·         Otros se hallan cumpliendo el servicio militar (todos los españoles deben servir a la patria durante un tiempo): Ismael, Luis, Luisito, etc.
·         Algunos se preparan para dedicar su vida a Dios (los curas y las monjas son necesarios, ayudan mucho a las personas): Goyo, Lupe, Daniel, etc.
·         Varios están trabajando en el parador, la sierra, la choricera, los hornos; también en Riaño o pueblos de los alrededores.



Asimismo, deseo conocer la causa de abandono del pueblo hacia otros lugares de España e, incluso, al extranjero, por parte de muchos vecinos y amigos. Mi padre me informa sobre esta materia:
·         Muchos han ido a León por proximidad: tío Argimiro, tía Laude, Nides, etc.

·         La mayoría fue a trabajar a Madrid porque es muy grande y hay más opciones: tía Sabina, Araceli, Zósimo y Oliva, Nato, Demetrio, Piyo, Fabio, Emilia, Andrea, etc.
·         Bilbao, debido al desarrollo industrial, también atrajo a bastantes: Marino y Ángeles, Julio y Sagrario, Valentín y Laude, Adelina, Liborio, Vicente (“el del chato”), Luisa, Poli, Sabino, Onésimo, etc.
·         En Asturias también hay una pequeña representación (Gelina, Pilar, Ángel, Félix, Gela, etc.); a pesar de la cercanía no vienen al pueblo los fines de semana.
·         A Barcelona llegaron algunos, aunque se encuentra muy lejos: Dito, Marina, Paquita, Asela, etc.
·         Otros están dispersos por varias ciudades: tío Heraclio (Castellón), Mauro (Valladolid), etc.

·         Y una cantidad importante se fue al extranjero (están  muy lejos, no viene ni de vacaciones): tío Alfredo, Pedro (“el del chato”), Doroteo, Federico (Venezuela), Anselmo (EE.UU.), Olegario y Santiago (México), etc. 

·         Mención especial merecen quienes se han dedicado a la vida religiosa, siendo curioso las relaciones fraternales entre ellos: mis tías Doni y Covadonga; Timio, Toti y Goyo; Pedro y Fortunato; Patricio y Honorato.



También me adelanta algo sobre un pantano, pero no entiendo nada y me lo tendrá que explicar detenidamente porque he oído a mi madre vocear: “Jesusínnnnnnn”. Rápidamente contesto: “voooooy”.  A las horas habituales (comer, cenar) o por eventos especiales nuestras madres gritan el nombre a los cuatro vientos y si no hay contestación nos buscarán hasta encontrarnos.

Llegamos “a mesa puesta”, mientras la deliciosa sopa del cocido, sobre la chapa, y los suculentos garbanzos, al lado de lumbre, desprenden unos aromas inconfundibles; mis hermanos esperan sentados en el escaño y el gato tumbado al lado de la lumbre (el perro estaba echado a la puerta de casa, ahora se asomará por la ventana cada poco tiempo para insinuarnos que también almuerza). Mis padres no ha parado en sus quehaceres y ahora pueden sentarse un rato a comer en familia, momento que aprovecho para contarles mis aventuras mañaneras y mi padre nos asigna unos trabajos a los hijos: limpiar las cuadras, ir con las vacas, buscar cotrín, ir a “por verde”, etc.

Después de comer, mi madre me pide que apunte en una libreta las vivencias de hoy para que algún día las conozcan sus nietos. Así lo hago mientras ellos se echan una pequeña siesta.


Jesús (el mediano de Toño y Enedina).