NUESTROS VECINOS QUE
EMIGRARON.
(Nota: en anteriores
capítulos he referido a “nuestros vecinos” residentes pero quisiera recordar
también a aquellos que nos visitaban cada verano y formaban parte de nuestras
vidas, como si fueran de otro barrio “un poco más alejado”).
Seguimos nuestro camino, por el vial de acceso al parador (no es
excesiva la pendiente, si la distancia), hasta llegar a la parte trasera, a
unas puertas grandes donde aparece Laude (la del tío Quico), que le indica a mi
padre el lugar donde debe depositar el bidón y, de la mano, me lleva a las
cocinas para darme un puñao de caramelos (tofe con piñones “El Caserío”) que
están riquísimos (no los venden en las tiendas) y también comparto con mi padre
(el resto los guardo para mi madre y hermanos).
El regreso es más agradable (menor esfuerzo, cuesta abajo, comiendo chupitainas) pero es algo tarde y atajamos por el puente de La Rebisquera, dejando a la derecha el “prao de los panaderos” o “prao cerrao”. Al llegar al cruce de El Regachín, tenemos que detenernos para no entorpecer el paso del rebaño de cabras que conduce Manolo, “el asturiano”, en dirección a las eras y hasta “las peñas”, donde pastarán todo el día.
Posteriormente, solicito a mi progenitor que me explique por qué
no he visto a personas jóvenes esta mañana, siendo éstos son los motivos:
·
Unos
están estudiando (sus padres les quieren “dar estudios” para que su vida sea
mejor que la suya): Begoña, Conchita, Isabel, Paquita, Mari Fe, etc.
·
Otros
se hallan cumpliendo el servicio militar (todos los españoles deben servir a la
patria durante un tiempo): Ismael, Luis, Luisito, etc.
·
Algunos
se preparan para dedicar su vida a Dios (los curas y las monjas son necesarios,
ayudan mucho a las personas): Goyo, Lupe, Daniel, etc.
·
Varios
están trabajando en el parador, la sierra, la choricera, los hornos; también en
Riaño o pueblos de los alrededores.
Asimismo, deseo conocer la causa de abandono del pueblo hacia
otros lugares de España e, incluso, al extranjero, por parte de muchos vecinos y
amigos. Mi padre me informa sobre esta materia:
·
Muchos
han ido a León por proximidad: tío Argimiro, tía Laude, Nides, etc.
·
La
mayoría fue a trabajar a Madrid porque es muy grande y hay más opciones: tía
Sabina, Araceli, Zósimo y Oliva, Nato, Demetrio, Piyo, Fabio, Emilia, Andrea,
etc.
·
Bilbao,
debido al desarrollo industrial, también atrajo a bastantes: Marino y Ángeles,
Julio y Sagrario, Valentín y Laude, Adelina, Liborio, Vicente (“el del chato”),
Luisa, Poli, Sabino, Onésimo, etc.
·
En
Asturias también hay una pequeña representación (Gelina, Pilar, Ángel, Félix,
Gela, etc.); a pesar de la cercanía no vienen al pueblo los fines de semana.
·
A
Barcelona llegaron algunos, aunque se encuentra muy lejos: Dito, Marina,
Paquita, Asela, etc.
·
Otros
están dispersos por varias ciudades: tío Heraclio (Castellón), Mauro
(Valladolid), etc.
·
Y una
cantidad importante se fue al extranjero (están
muy lejos, no viene ni de vacaciones): tío Alfredo, Pedro (“el del chato”),
Doroteo, Federico (Venezuela), Anselmo (EE.UU.), Olegario y Santiago (México),
etc.
·
Mención
especial merecen quienes se han dedicado a la vida religiosa, siendo curioso
las relaciones fraternales entre ellos: mis tías Doni y Covadonga; Timio, Toti
y Goyo; Pedro y Fortunato; Patricio y Honorato.
También me adelanta algo sobre un pantano, pero no entiendo nada
y me lo tendrá que explicar detenidamente porque he oído a mi madre vocear:
“Jesusínnnnnnn”. Rápidamente contesto: “voooooy”. A las horas habituales (comer, cenar) o por
eventos especiales nuestras madres gritan el nombre a los cuatro vientos y si
no hay contestación nos buscarán hasta encontrarnos.
Llegamos “a mesa puesta”, mientras la deliciosa sopa del cocido,
sobre la chapa, y los suculentos garbanzos, al lado de lumbre, desprenden unos
aromas inconfundibles; mis hermanos esperan sentados en el escaño y el gato
tumbado al lado de la lumbre (el perro estaba echado a la puerta de casa, ahora
se asomará por la ventana cada poco tiempo para insinuarnos que también
almuerza). Mis padres no ha parado en sus quehaceres y ahora pueden sentarse un
rato a comer en familia, momento que aprovecho para contarles mis aventuras
mañaneras y mi padre nos asigna unos trabajos a los hijos: limpiar las cuadras,
ir con las vacas, buscar cotrín, ir a “por verde”, etc.
Después de comer, mi madre me pide que apunte en una libreta las
vivencias de hoy para que algún día las conozcan sus nietos. Así lo hago
mientras ellos se echan una pequeña siesta.
Jesús (el mediano de Toño y Enedina).
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